Apartado 21 y su Carta Azul


Iquitos, Mayo 2012

Estimado Jacinto:

Son mis días finales. Ya llega ese momento”, me dijo casi musitando en su lecho del hospital, cuando lo visité por primera vez. Juan Hermes Vera Torres apenas pudo levantar la diestra para secar las lágrimas de su pálida faz. Su vida consagrada al periodismo sin máculas y al bien común, se extinguió el pasado 14 de abril.

Lo conocí en 1966. Solícito me atendió en la Prefectura donde laboraba como relacionador público. Yo era reportero del diario IMPRESO y fui a esa dependencia para entrevistar a la autoridad. Desde entonces participamos en innumerables jornadas periodísticas. Me acompañó en la edición de las Revistas GOL, IQUITOS GRÁFICO y RIOMAR. Cuando puse en circulación el diario LA REGIÓN (fui su primer director) Juan estuvo siempre como leal compañero en esa fascinante aventura periodística.

Ambos sufrimos un azaroso lunes de 1992, por el cierre intempestivo, insolente e injusto de nuestro periódico, consumado por un intruso huanuqueño codicioso y pérfido. “No importa hermano, no te pongas triste, la vida es así”, me dijo quedamente. Pocas, pero apaciguadoras palabras de un gran colega, cuyo mal que le apagó la vida, en los últimos tres meses le imposibilitó atenuar su sed y alimentarse con “el pan nuestro de cada día”.

Uno de sus grandes regocijos fue su trabajo de Corresponsal del diario LA CRÓNICA, por más de treinta años. Era vocero múltiple en distintos medios, por el simple anhelo de sentirse útil.

Disfrutamos de las canciones que, a su solicitud, tocaba con mi acordeón. “La Contamanina” era su predilecta. “Antes de empezar este vals, y a la mitad, debes decir LEONOR”, me dijo una vez. ¿Y por qué? Le pregunté. “Así se llamaba mi madre, y a ella también le gustaba esa canción”, me respondió.

Admirable fue ver en él la facilidad de crear amistades nuevas, como cultivador cotidiano de floridas arboledas.

Jacinto:

Una obra divina fue haber tenido en Juanito a un amigo honesto e indulgente, un “hermano en Cristo”, como él solía decir. Éramos (lo seremos siempre) devotos de San Martín de Porras. El último día que le vi, la víspera de su vana “evacuación” a Lima le recité el poema oracional que dediqué a ese amadísimo Santo Peruano, una parte del cual te transcribo: “… cerca quiero tenerte/caminando a mi lado/buscando juntos/los remedios del mundo. /Sé, hermano Martín/mi aliado ferviente/en mi andar cotidiano/buscando la paz”.

Espero siempre tus cartas.


Pedro Enrique Vega Coriat



Iquitos, Abril del 2011


Estimado Jacinto:

Se lucía tocando la trompeta, integrando la banda de músicos de la ex Gran Unidad Escolar «Mariscal Oscar Benavides». En una oportunidad me sorprendió con una bella nota que publicamos en el periódico mural del colegio. Yo estaba en tercer año mientras que Gabino Chávez Montero cursaba el quinto año de secundaria.

Varios años sirvió como técnico en la Fuerza Naval de la Amazonía, institución que tuvo en él a un fiel y competente servidor, a cargo de la redacción de infaltables notas de prensa que hicieron el prodigio de un acercamiento fecundo entre una institución tutelar del estado, y los medios de comunicación social. Desde su salida, hace más de dos décadas, no ha vuelto a darse dicho vínculo.

Laboró también en la oficina de prensa de la Municipalidad Provincial de Maynas; hasta que ya no volví a saber de él. Un día octubrino del 2008, yo viandante cotidiano de mirada casi fija en el suelo de polvaredas y cochas, escuché a un hombre decirme palmoteándome el hombro derecho: «Han de ir a visitar a Gabino, está muy enfermo. Va a ponerse feliz cuando los vea». 

Confieso que no fui a visitarlo ni una sola vez. Es que siempre encontramos un pretexto, mas nada es suficiente para justificar una inexcusable indiferencia. Acudimos entonces al consuelo asegurando que él ha estado siempre inquietando nuestros pensamientos.

Claro, no lo olvidaba. ¡Cómo olvidar el privilegio de su amistad, su palabra franca, su sencillez de vida! Un día compartimos su inmensurable dolor cuando nos contó la amarga experiencia que tuvo en la costa norte, a donde viajó para reconocer los cadáveres de tres familiares que fallecieron en un accidente de tránsito.

Jacinto: 


Gabino ha sufrido los rigores de su penosa enfermedad durante mucho tiempo. Una gloria de mi vida ha sido conocerlo y ser su amigo. Ya sabré algún día lejano o cercano, como él desde el 31 de octubre del 2010, conocer las dimensiones interminables de una felicidad sin límites viendo del Gran Señor su divino rostro.

Espero siempre tus cartas

Pedro Enrique Vega Coriat.


Iquitos, septiembre 2010


Estimado Jacinto:


Hay un corazón tan fuerte que se rehúsa a detenerse. El pecho que lo alberga, hasta en dos oportunidades cercanas, al haber sido dramáticamente abierto, lo ha expuesto desafiante en un batallar incesante para continuar viviendo.

«Vivir, that is the question», habrase dicho reiteradas veces Luís Barbarán Toullier. Nadie como él, que ha sentido la cercanía de la muerte.

Lo conocí en los sesentas, la década prodigiosa del periodismo radial. Colaboré con él en un sintonizado radioperiódico, cuando los libretos se escribían; no como ocurre actualmente en que los despachos telefónicos de generalmente novatos reporteros y las llamadas ídem de los oyentes, cubren todo el espacio entre 3 y 4 horas. Esto en buen romance significa un accionar (no digo trabajo) facilísimo.

Creo además que Lucho Barbarán ha sido el mejor narrador de partidos de futbol, compartiendo honores con Carlos «El Ché» Martínez, César Augusto Salinas, Víctor Hemerith Del Águila, Álvaro Mesía Velásquez.

Con su saludo característico, su hablar nítido, cada tarde entrada la noche nos regala un programa periodísticamente excelente («Punto de Vista») por Amazónica de TV. Matiza sabiamente la amena entrevista en vivo con las obtenidas en la calle, especialmente en el Aeropuerto donde registra las más amenas intervius. Antes de recomendar sutilmente a su numerosa teleaudiencia el sano almuerzo que al medio día ha disfrutado, nos deleita con una hermosa melodía romántica.

Sus artistas favoritos son «Los Panchos » y sus boleros preferidos son «Flor de azalea», «La hiedra», «Mil amores», «Poquita fe», «Si tú me dices ven», «Una copa más», «Rayito de luna», «El reloj», «Aquellos ojos verdes», «Perdón», «Lo dudo».

Siempre el buen Lucho ha sostenido que Johnny Albino ha sido la mejor primera voz de «Los Panchos». Vive aún Albino y sueña con entrevistarlo «algún día». Por cierto que no ha de ser su última entrevista. Le queda aún muchos años frente a cámaras. Su afán de poder supera toda insinuación desalentadora.

Jacinto:

Ojala que estas palabras escritas con tanta fraternidad y fe alienten el trabajo de Luís Barbarán Toullier. Ahora que está vivo he querido expresarlas, en estos tiempos de execrables olvidos y de dolorosas indiferencias, como un homenaje al amigo y al colega, aquel del corazón dos veces expuesto a una realidad difícil, que en cada latido rechaza las contrariedades y absorbe la realidad excelsa del amor.

Espero siempre tus cartas.

Pedro Enrique Vega Coriat.

Iquitos, Mayo 2010


Estimado Jacinto:


Hace veintisiete meses estuve en aquel lugar consagrado, el día de las exequias de un hermano muy querido. Ví, en aquella luctuosa ocasión, grandes espacios entre los cuarteles o agrupamientos de nichos, con suelo verde de hierbas bien cuidadas.


Volví a finales de febrero a ese camposanto. Me sorprendió el crecimiento registrado en la parte posterior y algunos costados. Nuevos cuarteles y sepulturas van reduciendo las zonas libres, a excepción de un sector amplio que por presentar cierta profundidad, se hace necesaria allí una nivelación.


Te confieso, amigo mío, que fue imposible ubicar los nichos de varios familiares y amigos, porque en las zonas que habían entre las casonas funerarias han sido construidas innumerables sepulturas que incluyen suntuosos techos y bien decorados asientos. Tenemos pues, un cementerio “tugurizado” donde los muertos -menos mal- ya no sienten apretujamientos ni les importa que sus presuntuosos familiares vivos, malgasten sus dineros en ornamentaciones superfluas.


Es comprensible que la Sociedad de Beneficencia Pública de Iquitos (SBPI) necesita cada vez de mayores recursos. Más, resulta fustigable que una antigua necrópolis tenga que verse saturada por tantos sepulcros en áreas verdes, no sólo para captar algunas ganancias sino también para satisfacer los  afanes exhibicionistas de no pocos deudos ególatras que bien podrían utilizar los fondos que les sobran, en obras altruistas a nombre de tantos que en vida fueron, a quienes vanamente se quiere exteriorizar un afecto con edificaciones que sólo dejan traslucir cierta abundancia de vanidad, que jamás podrá remplazar a la sublimada fuerza de la oración.


Jacinto:


Ojala que los actuales conductores de la SBPI logren cuanto antes construir un nuevo cementerio conforme lo han anunciado ya, y mejorar el actual con bellos jardines y amplios pasadizos. Merecería encomio un accionar así que honraría a los muertos y respetaría a los vivos.
                                        
Espero siempre tus cartas.

Pedro Enrique Vega Coriat.