Por: Francisco Gallo Infantes
Mario Vargas Llosa. |
Hace aproximadamente unos dos meses, leía en la edición on line de El Comercio lo siguiente: «En
tres días se conocerá al nuevo Nobel de Literatura». Tras leer este encabezado comenté
con mis compañeros de oficina acerca del tema y sobre mi escepticismo con
respecto a que algún día se lo pudieran conferir a Mario Vargas Llosa. Mis
compañeros de oficina, no muy aficionados a la literatura solamente me miraron
y no profirieron palabra.
Como buen peruano y aficionado a leer literatura de la buena, cada año
(y dese hace más o menos 20 años) esperaba pacientemente escuchar la grata
noticia del Nobel a Vargas Llosa, pero tal noticia nunca llegaba.
Tres días después, llegué a mi oficina a eso de las 7 y 30 de la mañana
y al abrir los diarios en Internet, me encontré con la gratísima sorpresa del
Nobel a Vargas Llosa y exclamé: « ¡Le dieron el Nobel a Vargas Llosa!». Esta
vez mis interlocutores sí me prestaron atención e hicieron algunos comentarios.
Luego la noticia corría como reguero de pólvora por la Web y por la televisión.
Yo siempre creí que los viejos miembros de la Academia Sueca jamás le
conferirían el premio a MVLL. Primero porque no le perdonaban haber
incursionado en política y por consiguiente haber postulado a la Presidencia de
la República. Y segundo porque menos le perdonaban haber sido un militante de izquierda
en su juventud y desde hace más de dos décadas, haber abrazado la derecha y
haberse convertido en un liberal a ultranza. No sólo eso, ser un defensor
acérrimo del capitalismo y un crítico ácido de las dictaduras y de los
gobiernos de izquierda.
Todas aquellas personas y personajes vinculados a las letras y a la literatura
sabían que para alcanzar el Nobel de Literatura, había que ser de izquierdas o
como ellos mismos se autodenominan: «Progresistas». Jamás, jamás de los
jamases, el Nobel iría a un literato de derecha por una cuestión de «principio»
en la Academia.
Sin embargo, los suecos y contra todo pronóstico le otorgaron el Nobel a
MVLL con el siguiente argumento: «Por su cartografía de las estructuras del
poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo».
¡Por fin reconocieron a Mario al escritor prolífico, tenaz, perspicaz, inteligente
y crítico de los gobiernos dictatoriales y de los sátrapas!
El mismo MVLL sostuvo que probablemente la traducción del sueco al
español no se encontraba muy ajustada en lo referente a la argumentación del
premio, pero que lo recibía muy conmovido y entusiasmado. Al fin y al cabo, la
traducción al español la hicieron ellos mismos, porque la noticia del premio
fue presentada en el idioma de Cervantes.
La pregunta es ¿Qué les pasó a los suecos? ¿Cómo así cambiaron de
opinión? La verdad, no pudieron soslayar ni ocultar lo demasiado evidente: Mario
Vargas Llosa es un magnífico escritor y uno de los mejores del mundo y que la
manera de pensar de los miembros de la Academia cambió.
Sinceramente no creo que exista peruano alguno que no se sienta orgulloso
con el premio concedido a nuestro escritor más laureado, a pesar de que somos
muy pocos los que hemos leído algunas de sus obras. Recién ahora se despertó el
interés por leer sus novelas, ya que según reportes las ventas se triplicaron en
el país. Ni que decir de su última novela El Sueño del Celta, que se vende por
centenares y miles.
Mario, con esas formas tan diplomáticas y educadas que lo caracterizan dijo
que siempre es y será peruano, a pesar de que un dictador cleptócrata en
nuestro país le quiso arrebatar la nacionalidad y por poco lo convierte en un
paria.
El 10 de diciembre del 2010 Mario recibió el Nobel en Estocolmo y fue
transmitido para todo el Perú en vivo por televisión nacional. Personalmente debo
decir que uno de los relatos que más me impactó fue «El Desafío». Sin embargo
no puedo dejar de nombrar varias de mis favoritas como «Conversación en la Catedral»,
«La Guerra del Fin del Mundo» y «La Tía Julia y el Escribidor». Mención aparte
merecen «La Casa Verde», «Los Jefes», «Los Cachorros», «Pantaleón y las
Visitadoras », «Lituma en Los Andes», «Historia de Mayta», y un largo etcétera.
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